Francia por ahí

En un país de grandes imaginarios, donde alguna vez se gestó la historia, la ciencia y el arte, ningún camino pareciera hoy infalible. Los paisajes reviven entre regresiones futuristas y anhelos de vanguardia, en medio de incontables visitantes que transitan a diario en busca de un templo gótico, un rey degollado o lienzos de pinceladas gruesas.

Mientras tanto, la vida de los habitantes se filtra en espacios fragmentados, a veces llenos, a veces vacíos. Están los que se renuevan cada tarde en un parque, con las letras del periódico o bajo el chorro de una fuente. O se colman de colores: azul para el velo sagrado, naranja para el campo en el atardecer del invierno.