Corea en armonía

Lo primero que me gustó en Corea del Sur fue el significado de su bandera. No habla de patriotismo, de territorio o de alguna dinastía olvidada, solamente dos principios filosóficos del taoísmo.

En el centro, sobre un fondo blanco -de paz e integridad- está dibujado el Taegeuk, símbolo que conocemos como el Ying y el Yang. Nació en territorio chino, antes de cristo, y evoca dos fuerzas presentes en cada elemento del universo: el día y la noche, la vida y la muerte, los lagos y las montañas, etc. El círculo representa al mismo universo y la curva que separa estas dos fuerzas muestra que se oponen pero también que se complementan, se mezclan creando equilibrio y desequilibrio, su dualidad está en constante evolución.

En cada extremo de la bandera hay trigramas, símbolos que combinan tres líneas (pueden ser continuas –Yang- o intermitentes –Yin-) y representan los elementos o conceptos que sustentan las mutaciones en el universo. En la filosofía china son ocho (más todos sus derivados), pero en la bandera coreana escogieron cuatro:

EL CIELO

LA TIERRA

EL AGUA

EL FUEGO

Taegeuk y trigramas se juntan para crear la idea de movimiento y armonía.

Y eso es lo que sentí recorriendo las calles de Seúl: el dinamismo de una ciudad moderna en un ambiente tranquilo, de espontaneidad, sin grandes pretensiones. La gente se ríe con naturalidad, las mujeres son sensuales, la población joven –la más educada del mundo- respeta a los mayores en una sociedad donde cada uno ocupa un lugar y siempre hay agradecimiento hacia los ancestros. Los espacios públicos son amplios e incluyentes; los templos magnetizan; cada barrio esconde muchos espacios creativos, de galerías, diseñadores independientes, artesanos y exposiciones de arte en las estaciones de metro; y en cada calle hay comida, mucha comida en todas sus formas y tamaños, para compartir en familia o entre amigos. En lugares más pequeños, nunca me faltó una invitación de la gente a sentarme en su mesa y compartir su botella de alcohol.

También en Corea (país comparado a un “camarón en medio de ballenas”) es imposible no recorrer la historia, las heridas (cicatrizando) del siglo XX. Hay dos que impactan.

Primero, las “mujeres de consuelo”: cerca de 200 000 adolescentes fueron víctimas de esclavitud sexual por parte del Ejército japonés durante la Segunda Guerra mundial y ahora las pocas sobrevivientes siguen dando su testimonio, se movilizan para ser indemnizadas y seguir apoyando la lucha de otras mujeres víctimas de las guerras. En algunas calles de la ciudad se pueden ver las mariposas que simbolizan la liberación de tanto horror.

Luego está el famoso paralelo 38 norte, la guerra que destruyó el país y dividió familias. En la Zona Desmilitarizada (atracción turística mayor), las familias coreanas escriben sus deseos de reunificación y uno camina en los túneles excavados por el régimen norcoreano. Desde una plataforma se puede ver y fotografiar el territorio socialista. En el panorama destacan las banderas de los dos países mirándose frente a frente, esperando ser un solo Taegeuk de nuevo, un universo armonioso donde las fuerzas opuestas evolucionan y se complementan.