Monzón en Nepal

El bodhisattva Manjushri quiso un día venerar la flor de loto azul que flotaba en un lago a los pies del Himalaya. Para llegar a ella cortó una parte de la montaña con su espada y el agua se esparció hacia el sur, dando así nacimiento al valle de Katmandú.

Más tarde llegaron pueblos hindús y sus dirigentes fundaron reinos capaces de sobrevivir en medio de la ambición de sus vecinos gigantes. Budistas e hindús se mezclaron creando paisajes de estupas y templos memorables donde hoy se sientan juntos a ver pasar el tiempo, custodiados por la sabiduría de Ganesh y la mirada omnisciente del Buda.

El festín de colores solo es superado por el universo verde de una tarde de monzón en el campo.