El bodhisattva Manjushri quiso un día venerar la flor de loto azul que flotaba en un lago a los pies del Himalaya. Para llegar a ella cortó una parte de la montaña con su espada y el agua se esparció hacia el sur, dando así nacimiento al valle de Katmandú.
Más tarde llegaron pueblos hindús y sus dirigentes fundaron reinos capaces de sobrevivir en medio de la ambición de sus vecinos gigantes. Budistas e hindús se mezclaron creando paisajes de estupas y templos memorables donde hoy se sientan juntos a ver pasar el tiempo, custodiados por la sabiduría de Ganesh y la mirada omnisciente del Buda.
El festín de colores solo es superado por el universo verde de una tarde de monzón en el campo.
Hola Nadia. Me gusta mucho la manera como has descrito tu experiencia en Nepal. Puedo ver que todas las costumbres y culturas te han parecido muy interesantes según los detalles que has publicado en tu blog. Las fotografías que has tomado también son muy hermosas y excepcionales. Sepas que me inspiras muchísimo como bloguera.
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